Uno de los conceptos que más se ha repetido durante esta pandemia COVID-19 ha sido la necesidad u obligación de mantener una “distancia social” para evitar la propagación de la enfermedad. Esta idea ha fomentado que todos mantengamos cierta distancia física con los otros para protegernos a nosotros mismos y a los demás del contagio. Sin embargo, esta distancia nos puede resultar incómoda o poco natural sobre todo cuando interactuamos con personas a las que conocemos bien o con nuestros seres queridos. Esto se debe principalmente a que la distancia física juega un papel importante en la comunicación y en la interacción interpersonal, por ejemplo para saludarnos, para expresar humor o broma, y para transmitir apoyo emocional. La función que cumple el contacto físico es aún más acuciada en culturas como la mediterránea en las que existe un alto contacto físico en la interacción social habitual. De este modo, es posible que esa distancia social o esa falta de contacto físico pueda llevarnos a sentir cierto grado de distancia emocional.
La distancia emocional se puede traducir en sentimientos de soledad o de tristeza por la falta de conexión o de vínculos con otras personas. Como seres humanos necesitamos sentirnos apegados a otros, compartir experiencias y comunicarles afecto (positivo o negativo). Puede parecer que esta distancia social nos impide o dificulta esta conexión y puede que así sea. Estamos acostumbrados a interpretar la distancia física de los demás como un modo de saber el grado de intimidad y aprecio, normalmente nos acercamos a las personas que nos aprecian y a las que apreciamos y nos alejamos de aquellas a las que no. Pero esta situación excepcional que nos impone mantener una distancia social, nos fuerza a replantearnos este supuesto y nos obliga a mostrar nuestro afecto o cariño hacia las personas de otro modo. Evidentemente, siempre tenemos la posibilidad de la comunicación verbal de nuestros sentimientos. No obstante, en caso de que no sea así, el cuerpo sigue ayudándonos a transmitir información emocional y social por vía no verbal. Con esto quiero decir que, además del contacto físico, existen otras formas de favorecer o fomentar los vínculos emocionales, como pueden ser las miradas, el tono de nuestra voz, los gestos que hacemos con las manos y con la cara, todo ello nos ayuda a transmitir nuestro estado emocional y a reforzar la cohesión y a afectividad.
Os animo a hacer la siguiente reflexión, ¿qué os hace sentir la distancia social? ¿Os resulta fácil mantener esa distancia con vuestros compañeros/as, amigos/as y con vuestros seres queridos?